martes, 14 de septiembre de 2010

Dios nos hizo con diferentes temperamentos

Dios nos ha creado con diferentes temperamentos. Algunos son callados, perfeccionistas y otros habladores e improvisadores, algunos les gusta la aventura y otros prefieren la seguridad, algunos se enojan fácilmente y otros casi nunca. Dios siempre ha usado personas con diferentes temperamentos en su reino. Nuestro desafío es el dejar que use los aspectos positivos y fuertes de nuestra vida y vaya cambiando, controlando los aspectos negativos o debilidades de nuestra vida por su espíritu.

¡Diferentes personas tienen que ser tratadas en diferentes formas!

Concepto de Temperamentos "la suma total de efectos producidos en la vida psicológica de un individuo por los cambios químicos o metabólicos que constantemente se están verificando en todos los tejidos del cuerpo humano" (McDougall). El temperamento es el clima o medio interno, orgánico, y está en relación estrecha con nuestra vida afectiva.
Un poco de historia del origen del concepto “TEMPERAMENTO”
Desde el tiempo de Hipócrates (460-377 AC.) se ha clasificado los temperamentos de los individuos en cuatro categorías. Son:
(1) Los “sociables” (temperamento sanguíneo): Son personas amistosas y populares que se llevan bien con todos. Quieren tener mucha influencia con otros. Son salientes, les gusta hablar mucho y tienen entusiasmo. Muchos políticos, vendedores y artistas de cine y televisión son de este temperamento.
Los cristianos con este genio deben tener cuidado con algunas tentaciones que les afectan más que a otros.
A veces su deseo para llevarse bien con todos hace que no sean firmes en sus convicciones. Si no tienen cuidado pueden ser
Superficiales, inquietos, impulsivos y jactanciosos. Los “sociables” mundanos muchas veces exageran para llamar la atención de si mismos, no tienen dominio propio y no son sinceros.
El personaje bíblico que más demostraba este genio era Pedro. Aprendió a superar los defectos de su temperamento y usar las fuerzas del mismo y así llegó a ser uno de los siervos más poderosos del Señor.

(2) Los “resueltos” (temperamento colérico): “Los resueltos” tienen plena confianza en sus creencias y les gusta hablar con otros de ellas sin pelos en la lengua. Para ellos, todo es “blanco o negro”. Son buenos líderes, determinados,
Decisivos, independientes y no se rinden frente a dificultades. No tienen mucha paciencia frente a los defectos de otros.
Pero los “resueltos” también tienen ciertas cualidades que tienen que controlar si van a servir bien a Cristo. Si no tienen cuidado pueden ser orgullosos, crueles, sin tacto e incompasivos. Un personaje bíblico con este temperamento “resuelto” que logró controlarlo para la gloria de Dios, fue el apóstol Pablo.
(3) Los “analíticos” (temperamento melancólico): Son individuos cuidadosos que analizan las diferentes personas y situaciones antes de comprometerse con ellas. Se sienten inseguros en situaciones desconocidas y no quieren arriesgarse mucho.
Si ven algo mal en otro, no pueden aceptar ninguna buena cualidad en el mismo. Una vez que llegan a tener amistades con otros, son muy fieles y leales. En la Biblia muchos servidores de Dios tenían este temperamento: Moisés, Jacob, Elías, Jeremías, Isaías, Tomás y otros. Los analíticos tienen que tener cuidado con ciertas tentaciones que les afectan más a ellos que a otros: el negativismo, el afán, la depresión, la sospecha y la crítica no constructiva.
(4) Los “constantes” (temperamento flemático): La gente con este temperamento son templados, moderados y quieren la tranquilidad. Por esta razón son buenos diplomáticos y procuran siempre la paz.
No se afanan mucho pero a veces son indecisos y no quieren hacer decisiones difíciles. Por esta razón los maridos con este temperamento tienen que tener cuidado que no se dejen manejar por sus esposas e hijos. A veces son irresponsables en cuanto a su trabajo y no demuestran la debida fuerza al luchar en contra del pecado. Algunos no se preocupan por cosas que deben ser corregidas. Algunos personajes bíblicos con temperamento constante fueron Noé, Abraham, Samuel y Natanael.
Para reflexionar
Es probable que usted pueda identificar su temperamento y el de algunos de sus amigos y hermanos por estas clasificaciones. Muchas veces se nota una mezcla de estas características en los individuos. Conviene entender los diferentes temperamentos no para criticar, sino para aprender ayudarse mejor unos a otros y para señalar áreas en las cuales tenemos que tener más cuidado. Por ejemplo, su servidor probablemente es de temperamento “constante”.
Por tanto, tengo que tener cuidado para evitar cualidades no sanas que muchas veces acompañan este temperamento: el ser indeciso, el no ser bastante exigente, etc. Es en este punto que Cristo a través de la palabra puede cambiarnos y ayudarnos a superar los desafíos espirituales que acompañan nuestras disposiciones.





Debemos reconocer las fortalezas y debilidades de nuestro temperamento y pedirle al Espiritu santo de Dios que nos cambie nuestras debilidades en fortalezas para tener mjores relaciones con las personas de nuestro entorno.

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